martes, 20 de diciembre de 2011

A ver que les parece estos chistecitos

LOS LIBROS MÁS CORTOS


  • Guía de las democracias árabes.

  • * Consejos etíopes sobre el dominio mundial
    * Todo lo que los hombres saben sobre las mujeres
    * Grandes bellezas británicas
    * Cómo ser cristiano, por Saddam Hussein
    * Los años locos de la Madre Teresa de Calcuta
    * Normas de buena conducta, por Mike Tyson
    * Abogados populares
    * Políticos veraces y honestos, por Pedro Salinas de Gortari


Un tipo es detenido por un oficial de caminos cuando conducía hacia su casa en compañía de su esposa.
"¿Cuál es el problema oficial?"
"Manejaba a 120 en una zona de 80".
"No señor, iba a 85".
"No es cierto Luis, ibas a 110", dice la esposa.
El tipo le echa una mirada de advertencia a su mujer.
"También lo voy a multar por traer una de las luces descompuesta", le advierte el oficial.
"¿Luz? ¿Cuál luz? No tenía idea de eso".
"No te hagas Luis, esa luz está descompuesta desde hace más de 6 semanas", objeta su mujer.
Esta vez le echa una mirada equivalente a 17 cachetadas.
"También lo multaré por no usar el cinturón de seguridad".
"Pero si me lo quité en el momento que me detuvo".
"Por favor, Luis, si tú nunca lo utilizas".
Esta vez Luis no soporta y le da un buen grito a su mujer: "¡Cierra el pico!"
"Señora, ¿su esposo le habla así normalmente?"
"No, sólo cuando está tomado".



El hombre le pregunta a Dios:
"¿Por qué hiciste a la mujer tan bella?"
"Para que te enamores de ella."
"¿Y por qué la hiciste tan tonta?"
"Para que ella se enamore de ti."



Una pareja fue entrevistada en un programa de televisión porque estaban casados desde hacía 50 años y jamás se habían peleado.
El periodista, lleno de curiosidad, pregunta a la mujer:
"¿Pero ustedes, nunca han discutido?"
"No", responde la mujer.
"¿Y cómo es eso?
"Bien, cuando nos casamos mi marido tenía una yegua que apreciaba muchísimo. Era la criatura que él más quería en la vida. El día de nuestra boda fuimos de luna de miel en nuestro carro tirado por la yegua. Anduvimos algunos metros y la yegua tropezó. Mi marido le dijo con voz firme a la yegua:
Uno.
Pero unos metros más adelante la yegua tropezó de nuevo. Mi marido miró a
la yegua y dijo:
Dos.
La tercera vez que se tropezó, sacó su pistola y le pegó cinco tiros a la criaturita. Yo, totalmente sorprendida le recriminé:
¿Pero por qué has hecho semejante cosa, hombre?
Mi marido me miró y dijo:
Uno".

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